Thursday, March 11, 2010

El mapa de la fiesta















En medio de una serie climatológica de consecuentes frentes fríos invernales procedentes del norte que pareciera sustentar la novísima idea de enfriamiento global, "la ciudad blanca", Mérida, se mantiene indolente y aparentemente inmutable, instalada en la tensión de ser "modernamiente tradicional" en contraste con "El puerto", Progreso, un lugar próximo a la vez que lejano obligado al permanente espacio de lo soleado y lo cálido en "un mundo con toques socialistas de locatarios tradicionales dedicados a la pesca" (anonimo, Progreso:2010)
Una serie de imaginarios culturales, que por fines gramaticales y semánticos he entrecomillado para poner en duda su procedencia y valides, convierten en ajeno el espacio próximo del ser citadino y del ser costeño respectivamente en una Península que pudiera ser considerada casi una isla de no ser por "detalles" geográficos que la unen a tierra continental. Por su parte, Mérida funciona como la metrópoli en tierra firme, como "el hogar de lo moderno y las oportunidades", mientras que por la otra, Progreso marca la entrada a la frontera Golfo-Caribe y a la zona del denominado "paraíso maya" en el Caribe mexicano, ubicado formalmente desde la zona rebelde de Carrillo Puerto hasta la frontera de Belice con Chetumal y Santa Elena en el estado vecino de Quintana Roo.















Caminando por el Boulevard Turístico Malecón de Progreso de Castro comunmente abreviado "Malecón" o "Malecón de Progreso", en uno de los puertos más importantes de la Península de Yucatán durante la época colonial y el establecimiento del estado nacional mexicano, se pueden apreciar sutiles dinámicas de consumo cultural que ejerce la gente "no local" sobre una serie de objetos y lugares recreativos relacionados con la ingesta social de bebidas alcohólicas, especialmente cerveza, botanas y mariscos en un pedazo significativo de playa semiprivada. En este espacio se oferta y consume pequeñas dosis de "paraíso caribeño" en donde arena, brisa, sol y mar ofrecen un resort local para el turismo nacional próximo, es decir, Mérida y sus alrededores.

La idea de "la casa de temporada" o de verano meridana en "el puerto" se funden con la idea de contemplar el mar y vivir intensamente una vida festiva en el Malecón, persibiendo a éste último como un espacio liminal entre la vision turística nacional (Mérida) e internacional (Cruceros al Caribe) y la población local (Progreso.) Ésta dinámica entre el aquí y el allá mediatizada por la fiesta y el descargue del ser "lo que no se es en casa" establece una interesante dinámica entre lo público y lo privado que desemboca e impacta directamente en lo que podría ser llamado "el mapa de la fiesta" , es decir, la sistematización organizada y ofertada de una serie de espacios dedicados al desborde, el descargue y la diversión que tiene como espina medular el Boulevard Turístico Malecón de Progreso de Castro.




Ante tan compleja y saturada presentación del espacio recreativo se descubre una interesante geográfia "turística" que se habre llegando al Malecón ya sea por tierra, vía carretera en procedencia desde Mérida, o por mar, vía crucero desembarcando en el muelle fiscal internacional. Ambas vías de acceso tienen como destino de llegada y partida el Malecón, al cual se le ha sumado una tercera entrada, un muelle de descanso producto de la "intensa" cooperación México-Francia que desembocó en una sonada fragata conmemorativa de la ruta colonial del chocolate, la cual tocó tierra firme en Progreso de Castro a finales del 2009.
























Interesantemente, Progreso mantiene muchos más enclaves sociales y similitudes culturales con La Habana, Cuba que con Mérida, Yucatán o Cancún, Quintana Roo, ciudades mucho más próximas. Ambos espacios (Progreso - La Habana) se presentan hermanados en cuando su calidad de puertos así como en cuanto a su capacidad de figurar como destinos turísticos y ser ofertados como lugares listos para listos para ser consumidos a través de un "mapa de la fiesta" ampliamente difundido.




































Lugares como Eladio's, Los Henequenes, Café La Habana, Las Iguanas, Karaoke Bar, Sacandors disco, Flamingos, entre otros tantos también ubicados en el Malecón progreseño ofrecen diariamente o los fines de semana la posibilidad de prolongadas estancias recreativas mediatizadas por el alcohol, la comida, la música en vivo, los shows cómico-regionales y/o el baile en todas sus acepciones, desde lo popular hasta "el de regaderas" con marcadas connotaciones sexuales.


Aunque Progreso tuvo una marcada intensión de proyectarse como destino internacional, lo cual genero una produccion de menús y servicios bilingües inglés-español y provocó que los vendedores ambulantes estuvieran listos para traducir sus precios a dólares, hoy por hoy, sigue siendo la población meridana, principalmente joven, la que alimenta la economía turística del Malecón en viajes relámpago o de temporada buscando fugarse al "lugar de descanso" por excelencia de la Península.















En la dinámica entre lo público y lo privado la presencia meridana en el espacio de acción progreseño funciona como extranjera y es confinada a lo público mientras que la presencia progreseña es borrada de y en el Malecón, conceptualizándola como local o de "pescadores" y confinada "al servicio" o a los ámbitos privados como cocinas, casa entre otros. Esta relación entre lo público y lo privado no quiere decir que la gente local de puerto no pueda acceder a los espacios públicos de diversión proyectados para "estranjeros" en el Malecón sino que éstos lugares resultan económicamente más caros que los ubicados en otras zonas externas al cuadro turístico colocado frente al mar.

En cuanto al turismo internacional, el Malecón adquiere una dinámica, un tono y un sabor diferente con la llegada del capital internacional; con cada crucero desembarcado vendedores ambulantes de marquesitas, esquites, elotes, artesanías, botaneros, bares, discos, cafés, restanrantes y hoteles ubicados en el Malecón vuelcan sus precios y espectaculos en pos de ofrecer "un toque de tradicionalidad y folklore" y diversión que no pretende ser como la de la zona hotelera en Cancún, cobijo de "alocados springbreakers" y "gente de afuera" pero sin llegar a ser un espacio "donde no pasa nada" como Campeche, "ciudad colonial".















"El mapa de la fiesta" en este espacio liminal es un punto de conexción a la vez que de divergencia entre una serie de conciencias e imaginarios construidos sobre el sentido de pertenencia a lo local-privado que en conjunto terminan por ofrecer una sensacion de conocimiento total y holístico del espacio a los "extranjeros locales"-públicos, a partir del Malecón. Esta falsa sensación de conocimiento total otorga la comodidad de "sentirse en casa" a la vez que la posibilidad de hacer lo que no se haría en ella.


El mercado municipal: tópico cultural y económico del puerto de Progreso


Antes de salir el sol, cuando las calles de Progreso se encuentran aún vacías, antes de que los trabajadores salgan de sus casas y las señoras lleven a sus niños a las primarias, existe un lugar que ya comienza a tomar vida: el mercado municipal. A las cinco de la mañana los guardias ya abrieron sus puertas de par en par para los comerciantes que comenzarán a preparar sus productos. Las cortinas de los puestos se levantan para abrir los negocios; éstas son las primeras notas que escuchamos del mercado seguido por el sonido de los extractores de las juguerías, el rechinar de las tijeras y máquinas de las carnicerías, el arrastrar de mesas y cajas de las fruterías para exponer la mercancía, el crujir de las carnes y pescados al fuego , las ruedas de los carrillos que caminan dificultosamente por el peso de la mercancía que se descargan de los camiones provenientes de Oxcutzcab o de la Casa del pueblo. A esa hora para animarse, suena la salsa a todo volumen de los carniceros que canturrean en colectivo; hasta que con la salida del sol y el abrir de los otros negocios se escuche poco a poco, una verdadera amalgama de música y sonidos: salsas, cumbias, hip-hop religioso, hasta música clásica por muy difícil de creer que sea.
Los sonidos, colores y olores son característicos del mercado. Los colores cálidos de las frutas que retoman las mestizas en los bordados a mano de sus hipiles, los olores de las frutas y las flores. En los pasillos vemos a “torero” o a “barbitas” (ayudantes del mercado) corretear con las carretillas acarreando ya sea especias para don Aquiles, frutas para don Polo o naranjas para “el chel”. En los mercaderes encontramos desde la mestiza tradicional vendiendo rosas y claveles en sus cubetas naranjas, tortillas para panuchos, chaya y tamales, hasta el comerciante de frutas el cual desde pequeño vendía mangos bajo los árboles, carniceros que son licenciados, hasta uno que otro poeta y pintorr.
Así inicia la vida dentro el mercado. La gente comienza asomarse después de misa; las mujeres van abastecerse de productos para preparar la comida, guías de turistas cruzan a comprar sus desayunos antes que lleguen los barcos, otros compran sus desayunos antes de subir al muelle o mujeres que van a comprar sus “vampiros” después de correr en el malecón. Por tanto, vemos que la vida en el mercado comienza y termina prácticamente temprano, a las dos de la tarde son pocos los negocios abiertos que podríamos encontrar.

A continuación intentaremos realizar un panorama de la vida del mercado como un espacio donde se revelan los acontecimientos sociales, culturales y económicos del puerto de Progreso. Es decir, el mercado municipal como tópico del puerto. Para eso vale la pena aclarar que el mercado no siempre es igual sino que está conformado por temporadas, es decir, podríamos hablar de un mercado que en realidad son muchos mercados según la época, muy diversos unos de otros como lo es efectivamente el puerto en general durante esos días.
Pues bien, la economía en el puerto depende básicamente de la pesca y en menor medida del turismo y la burocracia. Los lugares turísticos son el malecón, el mercado y desde hace un par de años “El corchito”; reserva ecológica dentro de los manglares, fundado por el chuculeño Don José Martínez.
Podríamos decir que el puerto mantiene su propia economía. Son pocas las familias que dependen económicamente de Mérida u otros lugares. Al ser la pesca la actividad económica que mueve Progreso, sus altas y bajas afectan directa o indirectamente a todos los negocios del puerto. Pues bien, uniendo esto a lo mencionado anteriormente de que Progreso toma un carácter diferente según su época, tenemos dos referentes principales que definen su actividad económica: Las temporadas buenas de los pescadores, y los periodos vacacionales. Es decir, es posible ir un lunes de septiembre y encontrar un mercado casi fantasma, e ir un lunes en semana santa y no encontrar un sólo lugar donde comer. La trasformación del puerto y por tanto, del mercado es de forma drástica. Los propietarios de los negocios se ven en la necesidad de contratar el doble de los empleados habitualmente necesarios, y aun así, es insuficiente atender las grandes aglomeraciones de gente en las vacaciones.
Cuando los pescadores llegan de viaje, de igual modo la economía del mercado se ve trasformada dramáticamente. El mercado es como el termómetro de la economía, éste percibe las buenas o malas temporadas. Por ejemplo, el mercado siente las bajas económicas después de navidad, carnaval, o de Xmacuiltl.
Hemos decidido trabajar el mercado porque este espacio reúne y refleja de igual modo, no sólo la situación económica sino los imaginarios que constituyen dicha situación. Es decir, que imaginario y economía no puede verse como aspectos paralelos sino, por el contrario, éstos son complementarios.
Las temporadas de Progreso
Podemos encontrar en Progreso dos tipos de pescadores, los ribereños que son los que parten y regresan el mismo día, propietarios de sus pequeños barcos. Y los que se van de viaje (como ellos le llaman), estos últimos pueden pasar hasta quince o veinte días en el mar. La economía cambia especialmente a la llegada de los pescadores que se van de viaje.
Cuando los pescadores bajan se dirigen a las cantinas donde les pagan y gastan gran parte (o a veces todo) del dinero ganado por la pesca durante el viaje. El dinero les dura poco, pero mientras éste se gasta los pescadores no tienen miramientos, se dan la gran vida: Les dan dinero a sus mujeres, se lucen con largas y gruesas cadenas de oro, van a desayunar al mercado con sus familias comprándoles a sus hijos lo que ellos quieran sin siquiera preguntar por el precio, en esos dias el “gallo pelón” recibe suntuosas propinas después de cantar.
Es decir que la cosmovisión de los pescadores es vivir el instante, lo que se vive es el presente sin importarles el mañana. Lo cual es muy comprensible si imaginamos pasar veinte días en el mar, bajo el sol, sin un sólo árbol bajo el cual resguardarse, en medio de la inmensidad del mar, sin nada que garantice el retorno a tierra; Cada arribo es como un regreso prometeico que celebran dionisiacamente. ¿Para qué guardar dinero si no se sabe si se va a regresar del mar? Mejor celebran la vida el tiempo que éste les dure. En esos días invitan las cervezas hasta sus enemigos y llevan a sus esposas a Electra o Aurrera para sacarles a plazos sus lavadoras, televisiones, estéreos de gran resonancia, que pierden un par de meses después cuando no pueden esconderse más de los cobratarios por no tener dinero para pagarles. Sin embargo, eso no les importa, cuando los sollozos de las mujeres dicen “no llores vieja, cuando regrese de viaje te voy a comprar un estéreo más chingón”( quise reproducir tal cual el lenguaje) y efectivamente lo hacen así, aunque de nueva cuenta les duren también unos cuantos meses.
Por eso la economía en progreso es básicamente muy buena a la llegada de los pescadores, y muy mala el resto, la economía se recupera hasta que los pescadores regresen de otro viaje para repetir el ritual. Es decir, es por eso que el mercado y las cantinas se encuentran repletos de gente durante la llegada de los pescadores, y los puestos de empeños después.
Por cada manzana podemos encontrar hasta dos cantinas por esquina, lo cual nos habla de la popularidad de éstas, así como de un claro problema de alcoholismo. Las cantinas son espacios de liberación, celebración, y las hacen a veces hasta de oficinas. Después de la misa dominical, las familias se dirigen al mercado a desayunar y comprar flores, que a la vez sirve de paseo. O por el contrario asisten a la misa de las ocho de la noche y al finalizar ésta, cruzan al parque principal donde cenan y juegan los niños.
No obstante un lugar de diversión para mi no existe en Progreso, más que las cantinas donde por las tardes los señores se reúnen a tomar “una” como la gente. Por ejemplo, no hay cines en Progreso y no por qué nunca a nadie se le haya ocurrido poner uno, sino porque la gente no está acostumbrada a ir. Y los que quieren ir al cine prefieren ir Mérida que no está muy lejos y es un mundo completamente diferente al de ellos. Es decir, se prefiere ir al cine de La Gran plaza, ya que rompen la cotidianidad, sirve de paseo, y ven caras nuevas aunque les cueste tres veces más caro, y coman huevo dos semanas seguidas.
Por otro lado tenemos las temporadas vacacionales de julio y agosto y semana santa. Como ya mencioné anteriormente, Progreso cambia dramáticamente durante esta época. Mérida prácticamente evacua por algunos días a Progreso; son las únicas épocas del año donde se escucha los silbatos de los policías y los cláxones de los carros por el atasco del tráfico. Algunos restaurantes, bares y discotecas se abren únicamente para dichas fechas.
Llegan a Progreso desde los meridanos adinerados que tienen casas a las orillas de las playas, hasta el meridano popular que va y regresa el mismo día. El sábado por la noche, los jóvenes de clases medias y altas van a “cielo” (como muchas otras discotecas meridanas que durante las vacaciones tienen sus sucursales a las afueras de Xubxulub), mientras que los de clases más bajas van a Scandor en el malecón. Los chicos y chicas que tienen sus casas o departamentos en el mar entre Progreso y Xubxulub van a las ferias de Xubxulub, mientras que la gente popular va a la feria grande del malecón.
No obstante, a las seis de la mañana del día siguiente, encontramos tanto a los chicos de clases acomodadas como a los populares, que al salir de las discos llegan al mercado a desayunar. Más tarde grandes familias caminan por el mercado, con gorras y mochilas, éstos pueden compartir la mesa con una familia de un estrato económico visiblemente más alto. Es decir, el mercado es un espacio donde conviven todas las clases, ya que las clases altas durante estas épocas es precisamente lo que buscan: lo popular en un ambiente más familiar. Económicamente esto significa un gran cambio, una familia completa atiende dentro del mercado el negocio familiar; pero es imposible atender a tanta gente, y no confundirse ante los pedidos de dos o tres familias que entre empujones y griteríos hacen sus pedidos.
Durante las vacaciones es más notorio ver más gente no únicamente meridana sino de todas partes de México y el mundo. Gente del DF, Toluca, Tamaulipas o el extranjero visitan las playas yucatecas. También es durante las vacaciones que viene de visita los progreseños que viven en los Estados Unidos, regresando a dicho país al terminar la temporada. Sin embargo, tenemos que reconocer que Progreso es un puerto cosmopolita donde no es precisamente necesario estar en vacaciones para encontrar a gente de todas partes del mundo. Tres veces por semana encontramos a turistas de cualquier parte del planeta caminando por el malecón y el mercado. A nivel nacional otro aspecto que contribuye a que Progreso sea un puerto conformado por gente de todas partes de México, son las bases instaladas de la Armada. La Armada está conformada por gente principalmente tabasqueña, norteña y veracruzana. Por ejemplo hay colonias, como Flamboyanes donde hay una mezcla de culturas, formar de hablar y pensar diferente de los yucatecos. Precisamente la diversidad cultural y la poca tolerancia ocasionan ciertas peleas entre éstos.
Sin embargo, los asentamientos de la Armada tienen una repercusión económica, ya que las esposas de los boludos van a comprar al mercado; la Armada misma se surte mediante el mercado. Por lo que hay fruterías que prácticamente su entrada principal no radica en la venta de productos a las personas que compran por kilos, sino en la armada que consumen cajas.
Me gustaría reflexionar sobre tres aspectos que están modificando la cultura popular que desde mi perspectiva tienden a desaparecer el mercado. El primer aspecto es que los jóvenes han perdido la costumbre de ir al mercado, es decir, lo tradicional se está perdiendo. Muchos en lugar de acompañar a la familia tradicional que va a comer al mercado (hablo en épocas no vacacionales) prefieren ir al Café la Habana o algún restaurante en Mérida.
El segundo factor se encuentra íntimamente relacionado con el anterior, que es la llegada de comercios como San Francisco y Aurrera. Las empresas grandes se están comiendo a las pequeñas y medianas empresas. Si bien es verdad que en dichos almacenes se encuentra de “todo”, desde mi perspectiva su éxito no es precisamente por ello, sino que tiene más que ver con la novedad y los nuevos imaginarios de los Progreseños. Con la idea que tienen las clases media bajas que piensan que comprar en grandes almacenes como Aurrera implica tener cierta clase social, aunque los productos sean de menor calidad y más caros. Lo cual atenta contra el mercado cuya supervivencia depende directamente de la gente popular que antes consumían en el mercado y ahora consumen en un Súper.
El tercer punto que me parece uno de los más importantes es la llegada de canadienses de la tercera edad, jubilados que compran sus casas en Progreso. Pues bien, sin pretender sonar xenofóbica, éstos han creado colonias donde únicamente hay canadienses, lo cual no sería un problema económico si consumieran lo popular. Pero por el contrario suelen ir al Súper a comprar abastecimiento para un mes, comprando en el mercado únicamente flores regateadas y tomando fotos para sus familiares. Esto significó un descenso económico para el mercado, ya que las casas donde ellos radican, antes vivían ya sea la gente tradicional que vivía en sus casas de puerto y consumían en el mercado; o gente que habitaba esas casas durante las temporadas de vacaciones, pero que dejaban económicamente aunque sea por un par de semanas un gran aporte económico.
Los canadienses tienen sectores casi privatizados con sus propios restaurantes canadienses donde los mexicanos no son tan welcome. Por tanto, la residencia de los extranjeros que continúan su vida canadiense en Yucatán sí significa un deterioro económico, por lo menos para las pequeñas empresas. Cada año son más extranjeros, en cuestión de cinco años han aumentado en número considerablemente, por lo que sería bueno reflexionar que dentro de un par de años seguramente el numero de canadienses residentes en Progreso serán multiplicados, y como afectan económica y culturalmente la implementación de éstos en la vida Progreso.
Observamos entonces que todos los cambios que se están dando en Progreso, se pueden observar en el mercado. Me interesa especialmente la valoración de éste porque el mercado es un espacio que por moderno que sea, siempre conserva lo tradicional. El lenguaje altisonante, las cumbias a todo volumen, la gente que circula por los pasillos, pescadores, meridanos, mujeres y niños son el resumen de la sociedad. El mercado lucha día a día contra las grandes empresas con las cuales es prácticamente imposible competir. Es importante esto ya que con la pérdida del mercado, no perdemos un simple lugar donde encontrar productos que consumimos durante nuestra vida diaria, sino perderíamos un catalogo de nuestra cultura que en San Francisco, Aurrera, Café Habana o cual quiero otro negocio parecido, sería difícil de recuperar.~Cossett

Una mirada al otro Progreso: el espíritu caribeño en un puerto de Yucatán


El constante ir y venir, representa una dinámica acción que a diario se observa en varios habitantes del Puerto Progreso. Camiones, combis que transportan diariamente sueños, esperanzas. Ir y venir de gente, guaguas a veces repletas, a veces vacías. Es el inicio de este recorrido por esta zona costera de Yucatán.




Ya de entrada, tenemos contacto más cercano con la gente, componente principal del móvil económico y social del pueblo. Es un diario viaje hacia la ciudad blanca. Obreros, empleadas domésticas, cajeros. Estudiantes que deciden emprender un nuevo recorrido en sus vidas. De Mérida al puerto viajan personas a visitar a familiares, a “turistear”, a estudiar, a divertirse. Por tanto en esta moderna guagua encontramos múltiples caracteres, en constante movimiento cíclico. El bullicio, las risas, los reclamos, berrinches de niños y no tan niños. Como en La guagua aérea los pasajeros comparten sentimientos y pre sentimientos. De fondo se escucha la cumbia y la salsa, como en una introducción a este puerto que en sí trae la fiesta, porque así se da, el binomio por excelencia playa-fiesta.

Sin embargo decidí ir en búsqueda de esas escenas olvidadas, vida del pueblo, la gente como es y cómo se mueve: el malecón y el centro lleno a diario de visitantes, de pescadores que regresan agotados, de estudiantes que han acabado con una jornada obligatoria en la escuela. En los parques, a la orilla de la playa. Bullicio, bullicio, chismes, pláticas tristes, conversaciones alegres. Chismes y más chismes. Son parte de la rutina diaria.

Algunos comentando los chismes de moda, la gente que desahoga sus penas mediante el recurso comunicativo. En casas, parques, iglesias, escuelas. Algunos “encumbrados” hablan de los chismes de la “socialité” meridana –como si formaran parte de ella-, otros más prefieren establecer posturas críticas –en el fondo, curiosas y graciosas- sobre la visita del “populo” meridano a las blancas playas del puerto. Los más prefieren reunirse a conversar sobre la telenovela o a desahogar sus penas diarias.



Todo es un conjunto de ideas, de actitudes, razones y sin razones, que marcan al progreseño, quien en el fondo sólo desea lo mejor para él y su familia, quien no teme dar lo mejor de sí a los suyos. Suelen escucharse críticas al individuo progreseño, a esa idiosincrasia tan propia, tan particular que sólo originan interés en esta zona. Sus ideas, sus fiestas –religiosas y paganas- conforman una identidad tan compleja y al mismo tiempo tan completa. La migración de numerosas familias provenientes de los otros estados de la Península, y aún del resto de país van estableciendo puntos de contacto entre diversas formas de ver el mundo. Tradiciones diferentes, maneras de hablar, derivaciones del lenguaje que van acoplándose al uso diario de la gente del puerto. Nada más parecido al Caribe porque el Caribe es eso: uno y diverso. Conformado por esa bella diversidad que le otorga fuerza y forma.



Por las noches, los progreseños suelen salir al centro, dar una vuelta por el malecón o simplemente se sientan en la puerta de sus casas a platicar con vecinos o a "tomar el fresco", costumbre de muchos años y que se da en varias zonas de la península. Las casas aún presentan aquellas fachadas de principios de siglo, hogares que vieron nacer generaciones de familias, estirpe que creció junto con la localidad y que fue desarrollando poco a poco una identidad diferente al resto de los pueblos de Yucatán.



Juegos, comercios, diversas formas de manifestación artística -como los graffiti. Ciudad que permite al calor sus inclemencias y que calma su intensidad en el mar. Al ir caminando por este pueblo, se descubren el verdadero sentido de fiesta y fe en su gente, que otorgan a Progreso una sensación de diversidad cultural, una mezcla de sentires y además intensifican las relaciones entre personas provenientes de distintas zonas. Platicando con un señor proveniente de Quintana Roo, me manifestó lo tranquilo que es este lugar, y que se percibe un ambiente parecido a su lugar de origen. Historias similares se viven día a día, en espera de un cambio, de progresar en esta zona costera.

Incluso improvisados restaurantes callejeros que invitan a los transeúntes a disfrutar de tamales o perros calientes, en una pequeña muestra de la hibridez cultural que se da por el eterno contacto con otros lugares tan lejanos y ajenos a un puerto con esencia "caribeña".

Arribar a una "isla" peninsular, fue para mí un encontrarme de frente a mi origen, aun con raíces mexicanas, el Caribe se encuentra presente, ya sea en un puerto o en una isla, su gente llevará consigo la sencillez, la fiesta en su sangre, en este constante peregrinar, en este gracioso Caribe en movimiento...








Un parque en espera de una guagua, que me llevaría a conocer al verdadero Progreso...






Mi viaje en la guagua:




Al final del día, ponerse de pie, dar vivas y aplaudir...





Perspectives of Progreso: An Outsider Looking In


The populations of Progreso, Mexico are comprised of all the elements that you would find in a normal seaside town: there are the fisherman, the swath of restaurants that line the street along the beach, the vendors that line the same street hawking their goods on a daily basis for sometimes 12 hours a day, the locals, some of whom work in town and some who take the 13 peso bus into the larger city of Merida, those who are part of a more seedy element, those who work in the market in a similar manner to those who work along the beach, the children, and one is not to forget the element of the tourist in the town. While many people focus on the local populations I chose to focus on the tourist populations because I am an outsider who views things from a different perspective from others who look at it from the inside out.
Upon first glance it seems as though everything in town is geared toward the tourist, but that is simply because most of the people who come to the town, head to the tourist spot, the beach. I had a friend who came to visit for a few days last week and from the moment she arrived here in Mexico all she wanted to do was go to the beach, but the moment when she arrived there she felt as if she was being accosted by the vendors who would not leave her alone. My response, “What do you expect, you play the tourist well…”, as she replied, “…but I can speak Spanish”. This is a sentiment held by many outsiders who visit, if you can speak the local language then you should be not viewed as an outsider despite the over sized camera, sunglasses, sun hat, and a scent hinged with sun block, all of which speak volumes about where you are from and say, “I love your little trinkets, I need something that feels authentic and native before I go home...maybe a hammock”.

Here is a video of the main strip of Progreso through the eyes of a tourist.

And here is the perspective of Progreso from someone who is not simply just visiting from a Cruise Ship.

When you walk into a restaurant as an outsider you are automatically handed an English menu and are spoken to in English, The question I have from this is, have the vendors always been like this or is it out of necessity from the tourists? The economy of tourism has been a large part of economies as a whole in the Caribbean since the days of steam ships and the first prop planes, but it seems now more than ever before that these economies that have been propped up by tourism have been feeling the woes of the exodus of tourism as the tourists in their own lands have been feeling the crunch of the global economic downturn.

What struck me as odd while wandering the streets of Progreso is that many of the outsiders have created homes there in the styles of places that are not even remotely stylistic of the Caribbean and would be much better suited placed in the Greek Isles.
Even more odd are the prices these houses can cost which in my ramblings I saw prices as low as $65,000 USD and as high as$450,000 USD, and many of these places occupied by people who journeyed all the way to Progreso from as far north as Ontario, Canada in their minivans and SUV’s. Which also made me wonder, are these people looking for an escape from their lives or simply transplanting their lives from their colder abodes to the north?

What is also evident is the stark difference in the populations in a mere two blocks, in which the state goes from an opulent Greco themed paradise to houses made of rusted metal and paint. The further away you get from the beach front estates the more crowded and smaller the houses become along with this also comes a larger amount of pedestrian and auto traffic as you move into the areas that have a higher local rather than foreign population. Even here it is amazing to see the differences as the houses yet again change style as you begin to move outside of the area further away from the beach on foot into a zone that is completely rural within 20 minutes on foot.
Within 45 minutes on foot you are in a world that is completely unrecognizable to the hustle and bustle of the beachfront and the main strip where the locals drive abnormally slow even when there are no people on the beach front creating a cacophony of noise with six or seven different types of music playing in every different type of vehicle you can imagine.

Moving away from the city you can arrive at El Corchito, a relatively modern idea in the town of Progreso aimed at taking hold of an “eco-tourist” footing in the Yucatan region in which you can swim in “cenotes” and watch crocodiles and various other animals in a habitiat that is geared toward connecting people with a more pristine environment. I believe that in the next 15 years there are going to be many more reserves like this one appearing to attract those who wish to view a pristine life, but what is interesting is that this journey on foot takes you through a path that is anything but that, and is littered with what is a great deal of garbage, continuing the idea that there is a double life of the city, and a double expectation, one for the tourists and one that is not for the tourists, in which many of the tourists do not even care to see.

A video of El Corchito

Progreso, like many seaside towns can be enchanting and drag you in with its allure, but be mindful that there is more to a town than what you chose to see. Next time you walk down the road and see the road that looks less traveled, travel it, it will probably lead you to an experience that is different yet equally as exhilarating and probably offer a richer experience than the beach side hotel and beer.

El Entramado Social. Primeras Impresiones en Puerto Progreso

…Y buscamos la huella de las rieles hasta encontrarnos de frente con el pasado innegable de la zona yucateca…

La ciudad de Progreso no es tan antigua como pudiera creerse, nace a finales del siglo XIX, convirtiéndose en municipio del Estado de Yucatán, a él se anexan Chuburná, Chelem, Chicxulub, San Ignacio, entre otras comisarias. Su fundación se debió a fines económicos, “Corría el siglo XIX y el comercio de la Península tomaba mayor incremento por el intercambio con los puertos del Golfo de México, cuando también el comercio con Cuba y España registraban notorio aumento por la demanda de productos yucatecos como carne salada, […] derivados de algodón y henequén.”( Frías;2000 :13) Por esa causa se buscó un nuevo puerto más cercano a la ciudad de Mérida, pues en ese tiempo los únicos puertos de recepción y despacho de mercancías para el Estado eran Campeche; Sisal y Salamanca, ahora Bacalar.


… sobre la carretera Mérida-Progreso nos topamos con Xcunyá, una villa según nos dijo un anciano medio sordo que cuando preguntamos por la hacienda nos respondió “ahí hay tienda” mientras señalaba un comercio… Abrí los ojos grandemente, más que cuando me dijeron que ahí la autoridad recaí en una comisaria y no un comisario, al toparnos de frente con la capilla de estilo neogótico y las ruinas de una hacienda antigua…

La arquitectura de la hacienda de Xcunyá revela varias etapas, una primera de origen colonial, cuando la economía se basaba en la hacienda ganadero-maicera, posteriormente un cuarto de máquinas modesto y por último uno más sofisticado “Al transformarse la hacienda con la nueva producción henequenera, invierte su fachada principal, adosándosele un pórtico a la fachada posterior, el cual resuelve con arcos trubulados de madera y techumbre inclinada de lámina de zinc. Las características formales y constructivas de esta última etapa establecen un claro parentesco con la arquitectura tropical caribeña” (Haciendas Yucatecas)




…dejamos atrás los restos de máquina desfibradora, dejamos atrás la iglesia neogótica y al muchacho que le daba retoques mientras nos decía adiós con la mano, dejamos atrás a los dos niños que jugaban con un papagayo en un terreno amplio junto a la iglesia, a doña Fidenia, la comisaria, y a la casa principal cuyo pórtico de madera aun se cubría por algunas laminas que en su tiempo fueron cajas metálicas de galletas Dondé, aquellas, las de mi niñez…


...Escuchamos la voz de un tiempo dormido, seguimos las huellas de rieles de un pasado económico, político y social… llegamos a San Ignacio…



San Ignacio es una hacienda que pertenece al municipio de Progreso, es la más próxima al puerto, con el que, en la actualidad, se comunica por medio de carretera cuando antes lo hizo por medio de vías férreas. Al igual que Xcunyá, cuenta con una capilla de estilo neogótico; hoy se conservan la casa principal y la iglesia, puesto que del cuarto de máquinas, gracias a un incendio, solamente se conservan ruinas. A la entrada de la comisaría pudimos apreciar una fábrica maquiladora donde parte de sus 298 habitantes se emplean, según dijeron dos encuestadores que se encontraban trabajando cuando llegamos.

Durante el siglo XIX en San Igancio fue “Parada frecuente en la ex estación del tren durante el auge del oro verde, que se transportaba hasta los muelles de Progreso” (Diario de Yucatán). Dentro de la capilla se venera una imagen del santo patrono de la comisaría, traída en barco desde España por los hacendados. “La Casa Principal tiene, entre otros detalles, una oquedad que conduce a un túnel, que lleva a un supuesto cuarto de castigo donde recluían a los esclavos que se rebelaban.”(Diario de Yucatán)



“San Ignacio no nos quiere aquí, le comenté, cuando comencé a tomar fotos de los cuartos alguna de las puertas se azotaba, es el viento, dijo; pero tantas veces me han contado lo que la gente del campo dice: hay que pedir permiso, los espíritus del pasado te sacan… y en silencio, muy dentro de mi, pedía permiso para estar ahí, no vaya ser la de malas.”



…Por la ventanilla, a un lado del camino, se observan las rieles por las que alguna vez los productos de henequén que se produjeron en la región llegaron hasta Puerto Progreso, así mismo los grupos migratorios que vieron en el puerto una nueva oportunidad económica…

Los primeros habitantes del puerto fueron los hombres que llegaron con Juan Miguel Castro, el fundador, a partir de 1840, nos cuenta Don Rubén Frías Bobadilla, cronista vitalicio de Puerto Progreso. En el sitio sólo había una ranchería poblada por pescadores, posteriormente llegaron hombres de Chuburná, entre ellos su padre, Chicxulub y las rancherías cercanas como Uaymitun. El primero de julio de 1871 Progreso es fundado con la construcción de la aduana, hoy Casa de la Cultura. En contraste con algunas fuentes que dicen que en Progreso no hubo civilización maya, el cronista afirma que durante la exploración del terreno se encontraron restos de dicha civilización, quienes probablemente iban a las playas para pescar. Los restos de piedra maya fueron utilizados para rellenar la ciénega y de esta manera construir un puente que facilitara el acceso. “Cuando se funda Progreso se abre una convocatoria, a la persona que vaya a vivir a Progreso se le daba dos pesos y le daban un terreno para que vaya a poblar Progreso, y viene mucha gente de comunidades campesinas” nos cuenta el Dr. Delfín Quezada al preguntarle sobre las primeras migraciones en el puerto.

Al grupo migratorio de pescadores del interior del Estado, le siguieron en los primeros años grupos migrantes de distintas partes del mundo entre los que destacan canarios y gallegos que hoy aun se encuentran asentados rumbo a la pescadora. Ellos, los canarios y gallegos, establecieron una colonia que hasta hoy, según cuentan, aun permanece en el lugar de su primer asiento: el rumbo de la Pescadora, por el Playón, ya que se dedicaron a actividades marítimas y, en especial, a la construcción y reparación de barcos. Otros grupos que llegaron por la misma fecha fueron los libaneses y chinos. Posteriormente arribaron cubanos, jamaiquinos, haitianos, entre otros. Se entiende que el grupo de canarios y gallegos formaron colonias marcadas, mientras la gente que provenía del Caribe se mezcló con personas de la población con las que formaron familias.

…“A los libaneses se les llamaba turcos, porque entraban con pasaporte de Turquía, pero luego dijeron que no eran turcos, que eran libaneses, pero muchos les llamaban árabes, en su mayoría se dedicaron al comercio” nos contaba Don Rubén, mientras su perro salchicha dormía sobre la mochila de Luis...

A partir de los años 50’s la migración que se dio en Progreso fue de gente del interior de la República, es decir, ya no se trata de una migración de afuera hacia dentro sino interna, motivada por la industria pesquera. Principalmente gente procedente de Tabasco, Veracruz, Campeche y Chiapas. Además por la situación del campo mexicano, también se dio una migración de comunidades campesinas hacia la costa. La diferenciación espacial que pudimos observar, no parece responder a una discriminación étnica, sino económica. Es decir, el factor económico parece ser un elemento más fuerte para seccionar la geografía social del puerto que la étnica, o en otras palabras, no existen zonas especificas, a excepción de la canaria, que se identifiquen por ser exclusivas de un grupo étnico, sin embargo, existen zonas que se distinguen por el poder adquisitivo de quienes las habitan. “Hay más discriminación laboral que étnica. Cuando hubo la migración campo costa, los pescadores discriminaron a los campesinos que se convirtieron en pescadores, por la competencia en cuanto al producto” puntualiza el Dr. Delfín Quezada.
En cuanto a la relación del Puerto con el Caribe, podemos decir que la migración se ha dado tanto ilegal como legalmente, hoy en el puerto hay un número considerable de cubanos que mantienen nexos con sus familiares en las islas del Caribe.

…“La mayor parte de los Domínguez son descendientes cubanos” comenta el Dr. Quezada ante la insistencia de su secretaria por mi tardanza y la apretada agenda del día, y el aburrimiento entre cajas y cajas de mi compañero que espera afuera…

Al igual es notorio que las generaciones actuales ya no tienen en cuenta sus raíces, por ejemplo, como nos dijo el Dr. Quezada, en el caso de los descendientes de haitianos, saben que son hijos de haitianos que llegaron en los años 80’s del siglo XIX por un naufragio, pero ellos nacieron en el puerto, por lo tanto se consideran progreseños, yucatecos y mexicanos.

…nos habíamos subido a la guagua progreseña, íbamos a encontrarnos con una geografía diferente a la que habíamos observado en el malecón y sobre la avenida de la calle 31 donde se ubica la casa que sirvió de cuartel a esta aventura móvil…



Durante la visita que hicimos a la colonia Vicente Guerrero nos percatamos que se trata de una comunidad de pescadores, las casas son pequeñas en su mayoría, muy al estilo de casas de interés social; cuentan con una Iglesia dedicada a San Telmo, el santo patrono de los pescadores, ahí, en la iglesia nos encontramos con Pedro de la Cruz Domínguez, pescador de altura, oriundo de Progreso, y quien toda su vida a vivido ahí, en la Vicente Guerrero, colonia donde cabe decir que también han nacido todos sus hijos. Pedro como muchos, ha heredado el trabajo de pescador de su padre. Pedro pesca langosta, pulpo y mero, y durante la veda no se emplea como otros pescadores en el empleo temporal que ofrece el gobierno, el cual consiste en su mayoría en jornadas de una semana limpiando las calles y playas con una paga de 300 pesos a la semana. Durante la veda, Pedro y otros pescadores, como el esposo de Guadalupe Pérez, señora que vende ropa en el tianguis de la colonia, únicamente se dedica al mantenimiento de su barco.

…“hay muchos alvadoreños, cuando beben mucho sacan sus cuchillos y machetes y buscan pleito”, nos comentaba Pedro, también nos dijo que no suele haber problemas con pescadores que vienen de fuera, sin embargo recordó que hace uno o dos años, se instaló un campamento grande de pescadores campechanos a quienes los pescadores progreseños sacaron “pero sólo con ellos porque ellos primero sacaron a los pescadores progreseños de sus costas, ellos hunden barcos, les echan gasolina y los prenden”…

Podemos decir, para concluir, que en la traza de la ciudad fue posible observar una diferenciación de tintes económicos más que étnicos, no se encontraron barrios exclusivos de una etnia particular, pero sí barrios donde se asientan pescadores progreseños, como el caso de la colonia Vicente Guerrero, destinando las periferias para los pescadores foraneos, como lo son los alvadoreños. Los primeros cuadros de la ciudad están destinados para los comercios, como la imprenta de don Ermilo Nadal cuyo padre llegó cuando niño de Chuburná. El malecón está destinado para el turismo. Quienes viven cerca del centro y el malecón son gente de un poder adquisitivo considerable o que ha tenido ahi su casa desde hace mucho tiempo. Hacia el norte, donde se ubica el playón, se encuentra una arquitectura que delata el pasado de las migraciones españolas, como es el caso de la casona vieja donde se encuentra el Stella Maris Center, fundado por Ana Peón Aznar. También, esta división geográfica por poder adquisitivo, es posible notarla en el cementerio de la colonia Vicente Guerrero, donde se dividen por una barda de concreto los mausoleos grandes y pomposos, de las pequeñas tumbas.




…De regreso observaba en silencio, ya sea por cansancio, ya sea por meditación, las rieles que delataban los motivos de la fundación del puerto: el fácil acceso como el fácil envío de mercancías por la costa… él mira cómo preparar un pastel en el video que puso el chofer del autoprogreso… a diferencia de la primera vez que venimos, hoy no llueve, ni hace frío, el clima es agradable pero sin luna… y pienso con fatiga que aún me quedan pendientes con el puerto… tomo nota mental, regresar para devolverle su libro a Gerardo…
Anexo


Agradezco a Luis por su paciencia y su compañía en los múltiples viajes antropológicos literarios…
…Agradezco a quienes me abrieron las puertas de su casa, trabajo u oficina… a quien simplemente se tomó el tiempo para contestar a esta insistente búsqueda caribeña…
…Agradezco a René Cobos y a Gerardo García, quien me prestó su libro por tres días y el cual me quede tres semanas… a Don Rubén que puso nuestros nombres en el diario para comprobar que estábamos haciendo nuestra tarea…




Referencias Bibliograficas

Frias Bobadilla, Romeo, Monografia. Histórica, goegráfica, marítima y cultural del Puerto de Progreso de Castro, Yucatan (2 ed.), H. Ayuntamiento de Progreso, México, 2006.

Gobierno del Estado de Yucatan, Haciendas Yucatecas, En:
http://www.yucatan.gob.mx/estado/turismo/haciendas/xcunya/xcunya.htm consultado 10/marzo/10

Diario de Yucatán, San Ignacio, Portada, Reportajes En: http://especiales.yucatan.com.mx/reportaje.asp?rx=052$32$250 consultado 10/marzo/10