Aún cuando guarde una semejanza a la ciudad de Mérida, en este viaje por Campeche se fue disipando poco a poco esta concepción con respecto a esta zona. Ya de entrada tenemos a una ciudad que está situada de frente al mar, con un malecón que recorre casi en su totalidad la playa de Campeche, desde la entrada hasta llegar al centro histórico que, aunque oculto por la “modernidad”, puede apreciarse con toda la historia que le precede.
El hecho de que esta ciudad esté situada en una zona costera la convierte en un punto profundamente atractivo para visitar. A pesar de poseer una arquitectura colonial bastante atractiva, los habitantes de Campeche poseen también un ritmo de vida que se caracteriza por conservar tradiciones que van de generación en generación. Pongo de ejemplo al zócalo de la ciudad –que fue visitado la noche del sábado- en el cual es común observar a numerosas familias, saboreando algún platillo en alguno de los puestos de comida, disfrutando música de trova, y lo que particularmente llamó mi atención fue la tradicional lotería, fue interesante ver la cantidad de personas reunidas en extensas mesas en las que las personas se sientan a jugar, en donde además de disfrutar de un entretenimiento familiar, podemos ver el ingenio de la tradición oral, ya que al cantar las fichas se recurre a un determinado verso para anunciar la imagen y el número. Todo en un ambiente festivo y fraternal, puede apreciarse el carácter humano de los campechanos.
En el mercado municipal –otro de los sitios visitados- se observó la asistencia de la gente ya sea para comprar o para desayunar en algunas de las loncherías. Observé que en estos lugares los vendedores no sólo laboran personas oriundas del estado, sino que en muchos establecimientos se ofrecen productos y alimentos de otros estados de México. Entonces vemos puestos de comida del centro y norte del país. Existe una convivencia de costumbres y tradiciones de otros estados, que vienen a integrarse con las costumbres típicas de Campeche. De este modo se van dando cambios en sus alimentos, juegos e incluso en la economía local, ya que muchos comerciantes llegaron a Campeche para establecerse debido a su posición como ciudad turística.
De este modo se percibe el verdadero Campeche, en su esencia, en su gente: no sólo los habitantes de la ciudad, sino también aquellos que establecen su residencia en la zona, o los mismos turistas que visitan Campeche y que son recibidos con calidez, gustosos de tener entre los suyos a gente de otros lugares, enriqueciendo de este modo el elemento poblacional.
Un viaje bastante agradable en el que pude observar que ante aquella mezcla de elementos culturales como cocina, algo de música, fiesta pueden ser considerados dentro de un elemento común la cercanía geográfica (y se podría decir que cultural) con otras zonas del espacio Caribe, en mutuo contacto.
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