Estoy parado sobre la muralla que divide todo lo que fue de lo que será,
Estoy parado viendo como aquellas viejas ilusiones pasando la muralla se hace realidad...La Muralla Verde, Los Enanitos Verdes
Para el turista siempre campechanos.
Eslogan del Gobierno del Estado de Campeche
Tras un corto viaje de dos horas que partió de Mérida, la de Yucatán, con destino a Campeche, la ciudad-isla, necesariamente recorro el malecón de la ciudad en la Van que me llevará al hostal, de precio módico pero ubicación magistral, en donde pasare la noche a un costado de la Plaza Central y la Catedral.
Propiamente al entrar en la ciudad un delicado y cuidadoso paisaje me acompaña por ambos lados. De un lado, un dinámico juego de andadores, paradores turísticos, palmeras y bancas con estilo sesenteros me ofrecen una mirada panoramica del Golfo de México, del otro lado, una ciudad particularmente colorida, casi completamente restaurada y férreamente construida sobre su orgullo colonial se abre al pasar por "La puerta del Mar", la entrada principal de la que fue la ciudad amurallada.

No niego que hasta ahora todo vasta para llenarse los ojos como turista: imponentes edificios iluminados en colores cuidadosamente alternados y un mar que, aunque contaminado por la cercanía de la petrolera, también fue declarado Patriminio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1999.
Todos estos aspectos te deslumbran llevándote al lado exótico. Mirar los restos de lo que fue la Muralla es minarse de ese orgullo que emanan los campechanos por haber sobrevivido a la piratería.
No importa que mi niñez como yucateca compartiera rasgos similares con este espacio, me siento ajena, distante, me siento turista escondida tras una camara fotográfica con pretensiones sociales. No soy Campechana, eso ha quedado muy bien delimitado; no pertenezco a la Ciudad-Isla que formo la Muralla. He llegado por mar no importa que haya recorrido 174 km de carretera. He cruzada la frontera de sus muros. La he atravesado hasta salir por "La Puerta de Tierra" a otro espacio a donde llego a casa, al Barrio de Santa Ana, al igual que en Mérida, y al Mercado Público Pedro Sainz
de Barranda.
No niego que hasta ahora todo vasta para llenarse los ojos como turista: imponentes edificios iluminados en colores cuidadosamente alternados y un mar que, aunque contaminado por la cercanía de la petrolera, también fue declarado Patriminio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1999.
Todos estos aspectos te deslumbran llevándote al lado exótico. Mirar los restos de lo que fue la Muralla es minarse de ese orgullo que emanan los campechanos por haber sobrevivido a la piratería.
No importa que mi niñez como yucateca compartiera rasgos similares con este espacio, me siento ajena, distante, me siento turista escondida tras una camara fotográfica con pretensiones sociales. No soy Campechana, eso ha quedado muy bien delimitado; no pertenezco a la Ciudad-Isla que formo la Muralla. He llegado por mar no importa que haya recorrido 174 km de carretera. He cruzada la frontera de sus muros. La he atravesado hasta salir por "La Puerta de Tierra" a otro espacio a donde llego a casa, al Barrio de Santa Ana, al igual que en Mérida, y al Mercado Público Pedro Sainz
La ciudad colonial amurallada no solo creó un espacio de resguardo contra inminentes piratas, también encerró a la gente limitando los puntos de contacto humano a relaciones militares y/o comerciales que establecieron oligarquías y resguardaron la riqueza de fugas innecesarias.
Una pugan identitaria reflejada en chistes denigrantes en un humor negro picante entre Campeche y Yucatán establecen la superioridad de unos con respecto a los otros, representando a los campechanos no precisamente como estúpidos pero sí como personajes no muy diestros en las artes de la lógica.
¿Cúantos campechanos se necesitan para cambiar un foco? 20, uno lo sostiene y 19 le dan vuelta a la casa.
Dominio Popular Yucateco.
Una pugan identitaria reflejada en chistes denigrantes en un humor negro picante entre Campeche y Yucatán establecen la superioridad de unos con respecto a los otros, representando a los campechanos no precisamente como estúpidos pero sí como personajes no muy diestros en las artes de la lógica.
¿Cúantos campechanos se necesitan para cambiar un foco? 20, uno lo sostiene y 19 le dan vuelta a la casa.
Dominio Popular Yucateco.
Como solía ocurrir en la estructura urbana colonial los españoles edificaron suntuosas estructuras arquitectónicas alrededor de la Plaza Central a la que se le sumo el actual Barrio de San Roman, este fue el espacio insular que quedo contenido y protegido por la muralla. Desarrollado en circulos concentricos alrededor de los españoles, los indigenas se acentaron quedando fuera de la muralla al igual que los negros en los actuales Barrios de San Francisco y de Guadalupe, del otro lado la población negra se acento en los actuales Barrios de Santa Ana y Santa Lucía.
En Campeche la gente, con ansias de preservar ese "no pasa nada" y la sensación de salvedad que proporciona la muralla, desarrolló estrategias sociales que la desvinculaba por completo del resto de los habitantes de la Península de Yucatán. Aquí no importa el pasado indígena o negro en común ese quedo fuera del muro, ese anda en el mercado y sobrevive en el Barrio con depensas regaladas por partidos políticos con tendecias populistas.
Al igual que en Campeche; un sistema de Ciudades-puerto amuralladas se proyectó y construyó desde Florida hasta Colombia para responder a la amenaza pirata. Yo entiendo este espacio de Ciudades-Islas como un Caribe Fortificado, es decir, como una nueva geografía de islas que no necesariamente flotan en el Archipiélago de las Antillas pero que si guardan una discreta relación con tierra firme. El orgullo campechano sobre las redes de asociación interciudadanas que contuvieron las riquezas históricas, arquitectónicas y monetarias en un pequeño espacio amurallado, esta dinamica convirtió a sus antiguos vecinos pre-coloniales en otredades coloniales que, al igual que los piratas, llegan todos los dias por mar.
En Campeche la gente, con ansias de preservar ese "no pasa nada" y la sensación de salvedad que proporciona la muralla, desarrolló estrategias sociales que la desvinculaba por completo del resto de los habitantes de la Península de Yucatán. Aquí no importa el pasado indígena o negro en común ese quedo fuera del muro, ese anda en el mercado y sobrevive en el Barrio con depensas regaladas por partidos políticos con tendecias populistas.
Al igual que en Campeche; un sistema de Ciudades-puerto amuralladas se proyectó y construyó desde Florida hasta Colombia para responder a la amenaza pirata. Yo entiendo este espacio de Ciudades-Islas como un Caribe Fortificado, es decir, como una nueva geografía de islas que no necesariamente flotan en el Archipiélago de las Antillas pero que si guardan una discreta relación con tierra firme. El orgullo campechano sobre las redes de asociación interciudadanas que contuvieron las riquezas históricas, arquitectónicas y monetarias en un pequeño espacio amurallado, esta dinamica convirtió a sus antiguos vecinos pre-coloniales en otredades coloniales que, al igual que los piratas, llegan todos los dias por mar.
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